Me he permitido resumir un
articulo de Paul Krugman, profesor de Economía en Princeton y premio Nobel 2008,
aparecido hoy en El País (Un desastre impecable) para explicar el abismo al que
nuestra economía se enfrenta esta semana.
Según el autor, la situación
está llegando a un punto crítico. No estamos hablando de una crisis que tendrá
lugar a lo largo de un año o dos; esto podría venirse abajo en cuestión de
días. Y si lo hace, el mundo entero sufrirá.
En este momento, los países europeos
en crisis representan alrededor de un tercio del PIB de la eurozona, efectivamente
la moneda común está bajo una amenaza existencial. Pero ¿cómo hemos llegado
hasta aquí?.
La clave de está fase del
problema esta en una versión de la fabula
de la cigarra y la hormiga. Algunos gobiernos que se endeudaron demasiado (no
guardaron nada para el “invierno” y ahora están pagando el precio y la
austeridad fiscal. Lo que pasa es que este planteamiento solo es valido para
Grecia y nadie más.
España en concreto tenía
superávit presupuestario y una deuda baja antes de la crisis financiera de
2008; se podría decir que su historial fiscal era impecable. Y pese a
sufrir una crisis acrecentada por la burbuja inmobiliaria, la situación fiscal de España no es peor que la de, por ejemplo, el
Gobierno británico, pero este paga menos de la mitad de intereses por su
deuda soberana.
Sarkozy gesticula con Merkel entre Zapatero y Papandreu Fuente: RTVE- REUTERS |
Pero algunos políticos europeos
de ideas moralizadoras odian la idea de permitir que los países se libren del
castigo por sus supuestos pecados fiscales y están impidiendo la puesta en marcha de los mecanismos que si tienen otros
países sin la moneda única, por lo que no queda mas remedio que acudir a
inversores privados para refinanciar la deuda.
Pero los inversores, por la
razón que sea*, tienen miedo de que un país no sea capaz de pagar sus deudas.
Esto hace que no estén dispuestos a comprar los bonos del país o, al menos, no
salvo que se les ofrezca un tipo de interés muy alto. Y el hecho de que el país
deba refinanciar su deuda a tipos de interés altos empeora sus perspectivas
fiscales, lo que hace el impago más probable, de modo que la crisis de confianza se convierte en una profecía que acaba
cumpliéndose. Y, a medida que esto sucede, se convierte también en una
crisis bancaria, puesto que los bancos de un país suelen invertir grandes
cantidades en deuda pública.
Sin embargo, un país con su
propia moneda, como Reino Unido, puede eludir este proceso comprando deuda
gubernamental con dinero recién creado. Esto podría conducir a la inflación
(aunque incluso eso es improbable cuando la economía está deprimida); pero la inflación plantea una amenaza mucho
menor para los inversores que una suspensión de pagos total. Incluso una inflación moderada sería realmente de ayuda, el
banco central ha estado restringiendo el dinero en lugar de hacer lo contrario,
tratando de evitar un riesgo de inflación que solo existe en su imaginación.
¿Cuál es la solución?: hacer lo que
estos países estarían haciendo por sí mismos si todavía tuviesen sus propias
monedas, es decir, que el Banco Central Europeo comprase deuda española e
italiana. Pero la obsesión del BCE por mantener
su "impecable" historial en relación con la estabilidad de los
precios y la moralidad política la alemana de Angela Merkel, entre otros, impiden este salto al otro lado del
precipicio.
Para rematar la situación, la percepción de que los moralizadores quieren castigar a los países mediterráneos y bloquear cualquier acción futura de rescate ha desencadenado un nuevo pánico en los mercados, que nos empuja hacia el abismo.
Para rematar la situación, la percepción de que los moralizadores quieren castigar a los países mediterráneos y bloquear cualquier acción futura de rescate ha desencadenado un nuevo pánico en los mercados, que nos empuja hacia el abismo.
*La principal razón, en mi opinión, es que se ha generado
una corriente informativa de acoso a estos países, que oculta intereses
especuladores y que se apoya en entidades como las agencias de calificación.