Aunque desde la orilla no lo veamos, los cuatro minutos de este vídeo (ver a pantalla completa) muestran lo que el mar intenta resguardar de nosotros.
El Acuario Churaumi de Okinawa es el segundo más grande del mundo
Hasta hace solo 20 años, en Benalmádena (Málaga), los delfines se veían desde la orilla. De niño, en solo 5 minutos podía llenar un cubo de coquinas, recuerdo bañarme rodeado de peces y las gaviotas no se alejaban del mar en busca de vertederos de basura para comer...
Este mar nuestro, relativamente pequeño y cerrado, como una pecera, la más grande del mundo, no resistiría un atentado como los 'desastres naturales' del Prestige en Galicia o el de la plataforma petrolera de BP en el Golfo de México. El Mediterráneo sufre especialmente cualquier acción sobre el, no soporta la pesca indiscriminada de atunes, causa de la desaparición de delfines, ni la subida de dos grados de sus aguas por culpa del cambio climático, que propaga las medusas y algas asesinas, ni los vertidos de aguas residuales,...
Pero visto desde la orilla el mar sigue ahí, y hoy para ver delfines hay parques temáticos como el Sea Life que a unos metros de donde yo divisaba delfines de pequeño presenta a la perfección lo que debería existir bajo las olas, nadie parece preguntarse donde están esos peces cuando no están secuestrados, nadie les cuenta lo que está pasando. Y, aunque cautivos, estos peces son supervivientes, en algunos casos son fósiles vivos dignos de estar en un museo de la historia más que en un zoo marino.