Era mi primera partida en Turquía de este arcaico juego persa que aprendí en Grecia. Cuando tiré los dados del Backgammon, todas las luces de las calles se apagaron.
La partida y mi alrededor se detuvieron con la oscuridad. Los dados marcaban la hora del apagón: 6 + 6. La casualidad me puso nervioso. Intente descifrar algún sentido en el tablero del juego más antiguo del mundo. Luego descubrí que la señal estaba en el cielo.
Solo alcanzaba a ver las sombras de transeúntes, que por cierto no reaccionaron al extraordinario evento. Se intuían también las siluetas de las mezquitas y sobre todo descubrí el cielo, cargado de estrellas, algunas fugaces, en pleno centro de Estambul, impresionante. Mágico.
Un resplandor empezó a salir tras la Mezquita Azul, era lo que algunos en España llamamos la 'luna mora', el cuarto creciente o 'hilal', que marca el inicio de Ramadán. Lo anunciaba también el aire, que enseguida se llenó de cantos de muecines, llamando a la oración.
La partida y mi alrededor se detuvieron con la oscuridad. Los dados marcaban la hora del apagón: 6 + 6. La casualidad me puso nervioso. Intente descifrar algún sentido en el tablero del juego más antiguo del mundo. Luego descubrí que la señal estaba en el cielo.
Solo alcanzaba a ver las sombras de transeúntes, que por cierto no reaccionaron al extraordinario evento. Se intuían también las siluetas de las mezquitas y sobre todo descubrí el cielo, cargado de estrellas, algunas fugaces, en pleno centro de Estambul, impresionante. Mágico.
Un resplandor empezó a salir tras la Mezquita Azul, era lo que algunos en España llamamos la 'luna mora', el cuarto creciente o 'hilal', que marca el inicio de Ramadán. Lo anunciaba también el aire, que enseguida se llenó de cantos de muecines, llamando a la oración.
En la oscuridad, imaginé ese fascinante momento como parte de una apasionada historia. A veces los sueños se hacen realidad. Por si acaso, guardé los dados 'mágicos'. Justo en ese momento tú me llamaste. La ciudad seguía oscura pero, al ver tu numero, una sonrisa iluminó mi boca. En solo dos días, Estambul me ha dado mil historias para contarte y algunas para escribir.