jueves, 7 de mayo de 2009

Albert, el rodamundos

Desde muy pequeño sentí admiración por los trotamundos. Mi padre tenía un amigo argentino que cada dos o tres años aparecía por casa y nos contaba sus viajes por países que yo aun no sabia que existían. Pronto empecé a viajar, a veces solo, busco sitios desconocidos para los turistas, gasto poco, prefiero los albergues,… pero no soy un trotamundos. Sin embargo, en Creta, en Roma, en Granada, en Chile… cada vez que conozco a un gran viajero solitario me emociono, se me ponen los vellos de punta, me siento más vivo.

Ayer volví a sentir esa sensación. Hablaba como un niño, al principio pensé que le estaba tomando el pelo a todo el mundo, después creí que fantaseaba, que estaba loco. Según decía, empezó a viajar el solo cuando cumplió los 15 años. A bordo de su silla de ruedas ha recorrido, en los tres años que lleva explorando el mundo, cerca de 30 países.

El mismo reconoce que, con otros padres, habría sido un simple soñador o un fugitivo perseguido por la policía. Con cinco años empezó a ahorrar para viajar. Luego, con ocho, la leucemia lo dejo para siempre en una silla de ruedas. Probablemente, sus ansias por recorrer el mundo le llevaron a superar la enfermedad y todas las dificultades posteriores. No necesitó seguir ahorrando para cumplir su sueño, se enorgullece de viajar con los bolsillos vacíos “al principio gastaba tres euros al día por la comida, solo que ya lo mejoré y ahora viajo sin dinero”.

Era divertido escucharle, pero no conseguía otorgarle credibilidad. Entonces salió a relucir su libro, Un mundo sobre ruedas. Lo que contaba podía ser más o menos exagerado pero el libro era auténtico. Tenía que encontrarlo. Mi amigo Diego siempre defiende a la gente que es capaz de hacer algo frente a los que solo critican, el diría: “si, será lo que quieras, pero ¿tú lo has hecho?”. No tuve que buscarlo, estaba en todas las librerías, traducido a dos lenguas, en una edición de cierta calidad.

No sé si lo habrá comprado mucha gente pero yo, emocionado, con los vellos de punta, he recorrido el mundo rodando, descubriendo con Albert que cuando viajas solo y sin dinero te cambia la vida “unas cosas se vuelven muy importantes, otras dejan de tener importancia, algunas se vuelven fáciles, otras se complican…”. Pero siempre, cuando emprendas el viaje (como decía Kavafis en Ítaca) pide que el camino sea largo, que esté lleno de aventuras, lleno de experiencias; Nunca hallaras nada que temer si tu pensamiento es elevado, si es grande la emoción que invade tu espíritu, que invade tu cuerpo.
¿Por qué me emocionan los trotamundos?. Conocer gente, vivir experiencias, ver paisajes, aprender, desconectar, descubrir el mundo, superarse a si mismo…“cada viajero tiene una razón para serlo”. La mía es hacer amigos, conocer gente que de otra forma nunca se cruzarían en tu vida, descubrir que vayas a donde vayas te espera alguien que de repente se convierte en parte de ti, que por grande que sea el mundo nunca estas solo, que no necesitas compartir una cultura ni un idioma para compartir todo lo demás, que tu casa puede estar en muchos sitios... Descubrir todo eso es emocionante, yo lo he vivido alguna vez y eso es lo que veo en casi todos los grandes viajeros que he conocido, eso es lo que me pone los vellos de punta.


Albert Casals es un trotamundos sobre ruedas (desde hoy un RODAMUNDOS) que ha sido nombrado embajador de la Fundación Step by Step

En su libro olvidó incluir esta conocida canción Mariachi:
Una piedra del camino
me enseño que mi destino
era siempre rodar y rodar
RODAR Y RODAR
RODAR Y RODAR
Después me dijo un arriero
que no hay que llegar primero
solo hay que saber llegar
Con dinero y sin dinero
hago siempre lo que quiero
y mi palabra es la ley
No tengo trono ni reina
ni nadie que me comprenda
pero sigo siendo el rey…